Es muy fácil reconocer una flor de almendro por su notable belleza, pero podremos apreciar realmente la preciosidad de esta flor cuando comprendamos su mítico significado.
Las delicadas flores de almendro tienen un significado que data desde hace miles de años, y que trasciende sus llamativos tonos en blanco y rosáceo. Su época para florecer en las ramas del almendro es cuando ya está por terminar el invierno. En ese momento, ellas anticipan su hermosura por sobre las hojas que toman un poco más de tiempo en aparecer.
El árbol en sí es proveniente de Asía Menor, tal vez de Egipto o de Persia. Sobre ello no hay una verdad definitiva aún. La familia de este árbol es la de amigdaloideas.
Puede ser un árbol realmente alto, ya que su tronco puede superar los ocho metros de alto, y la madera que produce es muy conocida por todos, ya que suele ser de tonalidad oscura y bastante dura. Cuando el invierno termina, este tronco comienza a mostrar unos pequeños brotes verdes que terminarán siendo las hermosas y elegantes flores.
Un detalle que cautiva de esta flor es su simetría, ya que se le considera perfecta, además de sus pétalos, los cuales son cinco y se sostienen de un centro cuya tonalidad es más oscura.
Los pistilos son amarillos y son tan atractivos que incluso algunas aves y mariposas suelen llegar hasta ellos cautivados por su belleza. Definitivamente, toda la flor de almendro es una belleza cautivante y este es el motivo por el cual muchas personas optan por un almendro en sus jardines.
El almendro crece exitosamente cuando la tierra es cálida y arenosa, requiere de poco abono y su mantenimiento no es exigente. Sin embargo, no podría sobrevivir a temperaturas heladas, a la humedad excesiva ni a los vientos fríos.
La flor de almendro ha figurado en muchos poemas, debido a su particular belleza, pero su significado es mucho más profundo. Inclusive, es posible encontrar referencias de este árbol desde la mitología griega, por ejemplo, además de las historias de otras naciones.
Una de las narraciones griegas cuenta que el dios Zeus dejó caer sobre la tierra su líquido vital, y de allí surgió Adgistis, un ser hermafrodita a quien luego le despojaron de su zona íntima, pero cuando sus órganos cayeron al suelo se convirtieron en el árbol de almendro. Desde ese momento, las almendras han estado asociadas al poder de la procreación.
Otra historia narra que Fílide, una hija del Rey Midas, cayó perdidamente enamorada de un soldado, pero este tuvo que marcharse a luchar en la Guerra de Troya. Desde que ella supo que la ciudad había caído, comenzó a ir todos los días a esperar a la flota que le devolvería a su amado, pero este no regresaba.
Cansada, Filidé, después de nueve días esperando, cree que su adorado soldado ha perdido la vida, así que ella muere también a causa del dolor. Atenea se conmovió de todo el dolor que la muchacha sentía y decidió transformar su cuerpo en un árbol de almendro.
Sin embargo, el soldado no había fallecido, sino que su embarcación se había retrasado, luego de varias fallas, pero él llega tarde. Acamante no tuvo otra opción más que correr fuertemente y hundirse en la espesura del bosque para llorar a su amada.
Tan pronto como él tocó el árbol, este comenzó a florecer de pronto. Era ella para darle consuelo. Desde entonces, se cree que las flores de almendro significan el amor que supera todo, incluso la muerte, o que son un consuelo para aquellas personas a quienes amamos. En sí, la flor de almendro significa la vida eterna.
Esta narración es propia de la cultura griega, pero dentro de las creencias egipcias este árbol también fue muy importante, ya que creían que las almendras eran unos obsequios que los dioses enviaban a los hombres para que estos se sintieran saciados.
Por lo tanto, en Egipto se creía que la flor de almendra significaba la prosperidad, la buena salud y la riqueza en todos sus aspectos. Las almendras gozaban de mucha aceptación, sobre todo en la gastronomía.
Pero, también se dice que los baños especiales que Cleopatra tomaba para rejuvenecer tenían como base la esencia de las flores del almendro. Las flores de almendro fueron tan especiales para esta cultura que incluso fueron encontradas dentro de las tumbas de algunos faraones como, por ejemplo, en la de Tutankhamon.
Este hecho guarda relación con la creencia que se tenía en Grecia sobre la flor de almendro y su relación con la vida más allá de la muerte física.
Dentro del sistema de creencias judío, cristiano e islámico, las flores de almendro también tienen mucha relevancia. En efecto, su significado es sagrado porque dentro de la cultura hebrea la palabra “almendra” significa “el que despierta”, “luz”, “quien está vigilante”, y estas son palabras trascendentales para ellos.
Solo quienes han descubierto el secreto de que a través de las raíces del árbol de Almendro podemos encontrar la luz y la inmortalidad, pueden comer el fruto de este árbol.
Dentro de la tradición cristiana, la flor de almendro también ocupa un lugar muy importante porque se cree que esta simboliza a Cristo y a la vida en la eternidad. Existen muchas pinturas, sobre todo de la Edad Media, en las que Cristo y la Virgen María figuran con el fruto del almendro, dado que la forma de este fruto tiende hacia la infinitud de los cielos y con ello expresa la unión entre el mundo terrenal y el espiritual.
Las flores de almendro también aparecen en varios relatos bíblicos, tal como el caso de la vara de Aarón de la cual surgen flores y almendras. Todo esto hace que la flor de almendro signifique la eternidad, el agradecimiento, el deseo de obtener perdón, el secreto para alcanzar la inmortalidad, la luz y el consuelo tras haber perdido un ser amado.
Hoy día muchas personas utilizan la esencia de esta flor para liberarse del estrés, lograr un estado de calma y tener serenidad mental. Aunque se ha popularizado en el campo de la cosmética, sus mejores usos siempre serán aquellos que nos conecten con la espiritualidad.