La flor de cempasúchil guarda un hermoso simbolismo, sobre todo para la cultura mexicana, quien le ha atribuido un significado místico que otras culturas también han sabido apreciar y tomar en parte.
A esta flor también se le conoce con el nombre de “tagete”, “clavelón de la India”, “clavel chino”, “flor de los muertos”, “cempaxóchitl”, pese a que su nombre científico es el de tagetes erecta. Sin embargo, todas las demás variaciones en su forma de denominarla se deben a que la palabra en sí, proviene originariamente de la lengua náhualt, que se traduce como “flor de veinte pétalos”, o “veinte flor”.
Esta flor la podemos encontrar en tonalidad amarilla o naranja. También tiene un elemento muy llamativo que las hace ser más preciadas: su peculiar aroma, el cual es muy dulce. Reproducirlas es muy sencillo, sólo se necesitan las semillas. Una vez que la planta ha ganado un buen tamaño se debe podar un poco para que crezca con más fortaleza y la floración sea más exuberante.
Aunque es una flor que pertenece o surgió de los suelos mexicanos y de América Central, logró llegar a Europa, específicamente en el siglo XVI, gracias a los conquistadores, quienes quedaron prendados de su fragancia y bellos colores. Hoy día, es una planta muy cultivada y querida en otras regiones, tales como Estados Unidos. La planta de la cual emana la flor de cempasúchil puede superar incluso el metro de altura.
La atractiva y misteriosa flor de cempasúchil es utilizada ampliamente como ornamento en los jardines, así como también muchos disfrutan reproducir su curiosa figura en papel, pero su significado es mucho más profundo. En la medicina tradicional mexicana esta flor también goza de mucha popularidad.
A pesar de que vivimos en la modernidad y los avances en el campo médico cada día son más sorprendentes, muchas personas conservan la fe hacia las bondades de esta planta como una alternativa natural para aliviar muchos malestares.
Sin embargo, esta planta debe ser usada por quienes verdaderamente conocen las técnicas ancestrales necesarias para manipularla, ya que no es tan inofensiva; en casa, siempre debemos tener cuidado con las mascotas, especialmente con los perros, ya que les resulta tóxica.
Es tanta la demanda que tiene esta planta en la tierra azteca que anualmente se cultivan más de diez toneladas para cubrir la demanda comercial que existe. Algunas de las enfermedades que se tratan con la planta que da la flor de cempasúchil son las digestivas, oculares o respiratorias.
Algunas investigaciones han tratado de dar respaldo a este tipo de opción natural y han afirmado que la flor de cempasúchil sirve para combatir los hongos y las bacterias, además de tener propiedades antioxidantes.
La coloración que aporta esta flor también es usada con fines avícolas, como en el caso de la yema de los huevos o la coloración de la piel en animales como los pollos. También se emplea para preparar insecticidas, por lo que su manipulación debe ser realizada exclusivamente por quienes saben cómo tratar esta planta de acuerdo al uso final que se quiera dar.
Esta planta de hermosas flores es noble, ella puede adaptarse a diferentes climas y suelos, sin embargo, crece mejor cuando la temperatura no es helada. Aunque esta planta comienza a florecer en mayo, en los invernaderos se puede cultivar en cualquier momento. Es resistente a los períodos de sequía, pero es preferible regarla de manera constante y dejarla en un sitio donde reciba luz solar.
La flor de cempasúchil, al ser tan emblemática para los mexicanos, por supuesto que tiene una leyenda que la acompaña. La historia narra el amor de dos jóvenes llamados Xóchitl y Huitzilin, quienes desde pequeños se sentían conectados por el amor que sentían el uno por el otro.
Se dice que ellos paseaban por los pueblos y jugaban siempre unidos. Todas las tardes las dedicaban a subir una montaña consagrada al dios del Sol en la mitología azteca, Tonatiuh.
Cada vez que iban a esta montaña le dejaban al dios muchas flores, y allí en ese lugar sagrado hicieron el juramento de amarse toda la vida, sin importar nada… ni siquiera la muerte.
Pero un día les tocó vivir en guerra y el guerrero Huitzilin tuvo que separarse de su adorada Xóchitl para pelear por sus tierras. Lamentablemente, un día ella recibió la trágica noticia de que su amado había fallecido.
Ella se sentía abatida por el dolor, por lo que fue hasta el dios Tonatiuh y le rogó que no le permitiera sufrir más, llevándola hasta donde estaba su amado. El benevolente dios recordó todas las ofrendas que los jóvenes le hicieron en otro tiempo y ayudó a la joven desesperada dejando caer sus rayos sobre la piel de ella.
Toda la piel de Xóchitl se iluminó y ella se convirtió en una hermosa flor tan amarilla como el mismo color del sol. Huitzilin reencarnó en un tierno colibrí y se posó sobre la flor. Cuando la planta lo sintió abrió los veinte pétalos y dejó salir toda su fragancia.
Cuenta la leyenda que, de esta forma, los dos jóvenes continuaron juntos por siempre, y siempre lo estarán mientras existan colibríes y hermosas flores de cempasúchil.
Cuando llega el día de los muertos, los seguidores de la tradición azteca colocan estas flores como ofrenda a sus seres queridos que han partido. Los pétalos también son dejados a lo largo del suelo para indicar a quienes han fallecido el camino por el cual sus almas deben transitar hasta llegar a los altares que les han creado para honrarlos.
Los pétalos de la flor de cempasúchil también son muy usados para crear hermosos collares y atraer la buena ventura.
La flor también se coloca en las tumbas conmemorativas, en los funerales y rituales. Se dice que el aroma que emana de esta flor es la que guía a quienes se han marchado a dar el paso final entre este mundo y el mundo de los muertos. Los días que tienen más ventas son el día 1 y 2 de noviembre.
